COCA Y LOS FESTEJOS RELIGIOSOS A FINALES DEL SIGLO XVIII:
MENCIÓN A SAN ROQUE
MENCIÓN A SAN ROQUE
Con la llegada al poder de Carlos III y las ideas ilustradas, el último tercio del siglo XVIII supuso un duro revés a las celebraciones festivas que las cofradías desarrollaban en los días señalados por ellas. El exceso en las celebraciones profanas que seguían a las religiosas, pero también el exceso de celo en las flagelaciones y otros actos de penitencia ya no cabían en la nueva mentalidad.
Por ello, para erradicar y poner en orden el asunto, el rey pidió un informe completo, lugar a lugar, villa a villa, ciudad a ciudad, del número de cofradías existentes y de su actividad. Según este informe, existían en la villa siete cofradías; por comparar con pueblos de la Comunidad de villa y Tierra, en La Nava eran nueve, seis en Santiuste y siete también en La Fuente.
De las de nuestra villa, solo cuatro contaban con el permiso del ordinario (el obispo): La Trinidad, Animas, Santísimo Sacramento y la Vera Cruz; las otras tres eran San Blas, San Roque y el Rosario. De las siete, ninguna de ellas tenía Bula Pontificia ni permiso del rey (ninguna en toda la Comunidad disfrutaba de estas aprobaciones).
El número de celebraciones festivas que hacían era de cuatro en el caso de la Vera Cruz, tres el Santísimo Sacramento, dos la de Animas y la de San Blas y una la del Rosario y San Roque.
Y es precisamente esa última celebración, la de San Roque, la que nos disponemos a celebrar en estos días, la procesión que ya entonces, bajo la capacidad de una cofradía y sin ser fiesta mayor en la Villa, saldrá a nuestras calles el día 16. Y es también que esta fiesta, pese a no ser la mayor hasta mediados del siglo XX (y lo es por el factor meteorológico más que el devocional), tiene sus orígenes en la Edad Moderna.
Una de las más modestas cofradías, con un presupuesto escaso, de 67 reales para festejo religioso y otros tanto para el profano, lejos délos 1.100 de la Vera Cruz. Solo tenía una cualidad ventajosa: el Sol del verano. Y venció.
Por ello, para erradicar y poner en orden el asunto, el rey pidió un informe completo, lugar a lugar, villa a villa, ciudad a ciudad, del número de cofradías existentes y de su actividad. Según este informe, existían en la villa siete cofradías; por comparar con pueblos de la Comunidad de villa y Tierra, en La Nava eran nueve, seis en Santiuste y siete también en La Fuente.
De las de nuestra villa, solo cuatro contaban con el permiso del ordinario (el obispo): La Trinidad, Animas, Santísimo Sacramento y la Vera Cruz; las otras tres eran San Blas, San Roque y el Rosario. De las siete, ninguna de ellas tenía Bula Pontificia ni permiso del rey (ninguna en toda la Comunidad disfrutaba de estas aprobaciones).
El número de celebraciones festivas que hacían era de cuatro en el caso de la Vera Cruz, tres el Santísimo Sacramento, dos la de Animas y la de San Blas y una la del Rosario y San Roque.
Y es precisamente esa última celebración, la de San Roque, la que nos disponemos a celebrar en estos días, la procesión que ya entonces, bajo la capacidad de una cofradía y sin ser fiesta mayor en la Villa, saldrá a nuestras calles el día 16. Y es también que esta fiesta, pese a no ser la mayor hasta mediados del siglo XX (y lo es por el factor meteorológico más que el devocional), tiene sus orígenes en la Edad Moderna.
Una de las más modestas cofradías, con un presupuesto escaso, de 67 reales para festejo religioso y otros tanto para el profano, lejos délos 1.100 de la Vera Cruz. Solo tenía una cualidad ventajosa: el Sol del verano. Y venció.
Víctor Manuel Cabañero Martín