LA TORRE DE SAN NICOLÁS
Dorada por el sol cuando atardece
mirándose en el río, altiva y sola,
recordando lejano minarete
aunque cristiana fue, parece mora.
El recio campanario se conserva
de lo que fuera iglesia en tiempo antaño,
y se eleva orgullosa, tras los años,
dominando la Villa en su atalaya,
junto con el Castillo y la muralla,
da a nuestro pueblo peculiar paisaje,
monumental é histórico bagaje,
hermoso y singular donde los haya.
Aupada en arcos ciegos se levanta
como una flecha al cielo, y sus ventanas,
abiertas en su hueco de campanas,
parecen vigilar pueblo y pinares,
velando el devenir de nuestros lares.
La Torre se divisa en lontananza,
y se ofrece a los ojos del viajero
cuando su vista nuestra Villa alcanza,
como un saludo a disfrutar primero.
Maribel Egido Carrasco
Dorada por el sol cuando atardece
mirándose en el río, altiva y sola,
recordando lejano minarete
aunque cristiana fue, parece mora.
El recio campanario se conserva
de lo que fuera iglesia en tiempo antaño,
y se eleva orgullosa, tras los años,
dominando la Villa en su atalaya,
junto con el Castillo y la muralla,
da a nuestro pueblo peculiar paisaje,
monumental é histórico bagaje,
hermoso y singular donde los haya.
Aupada en arcos ciegos se levanta
como una flecha al cielo, y sus ventanas,
abiertas en su hueco de campanas,
parecen vigilar pueblo y pinares,
velando el devenir de nuestros lares.
La Torre se divisa en lontananza,
y se ofrece a los ojos del viajero
cuando su vista nuestra Villa alcanza,
como un saludo a disfrutar primero.
Maribel Egido Carrasco