Breve introducción a la historia de Coca

Los más antiguos indicios que testifican la presencia de grupos humanos en Coca se remontan a la plenitud del Calcolítico, hacia el 2.500/2.300 antes de Cristo. La posición topográfica privilegiada que ocupa, en el espigón formado por los ríos Eresma y Voltoya, la abundancia de agua, así como la diversidad y variada riqueza del medio natural fueron los atractivos que estos primeros pobladores hallaron aquí. Pero tanto estos grupos como los que en el tiempo les sucederían, ya dentro de la Edad del Bronce (1950-750 a. C.), fueron itinerantes, ocuparon el solar caucense sólo temporalmente, por lo que vivieron en pequeñas cabañas de palos y ramajes. Las primeras gentes que se afincaron de forma permanente, y que construyeron sus casas con adobes, tapial, madera y algo de piedra pertenecen ya a la Primera Edad del Hierro.

Hacia el siglo VIII a. C. se puede decir que nace Coca como núcleo urbano estable, localizado concretamente en el extremo occidental del terrazgo de Los Azafranales. Hacia el siglo VI a. C. aún no sería más que una aldea de unas 2 hectáreas, pero a partir del siglo V crecería de manera considerable, formándose de este modo la histórica ciudad de Cauca, una de las más populosas de la etnia de los vacceos.
Cauca vaccea era una ciudad-estado autónoma, dirigida políticamente por un Senado y una aristocracia guerrera, con su propio ejército, una organización económica compleja basada en el cultivo masivo de cereales y en unas relaciones comerciales de amplio radio. El espacio urbano llegó a alcanzar las 25 ó 26 hectáreas en los siglos II-I a. C. y en parte estuvo protegido por una muralla construida con adobes, tapial y madera. Su importancia estratégica y las riquezas que llegó a acumular la convirtieron en objetivo militar para los romanos durante la conquista de Hispania, de manera que en el año 151 a. C. fue tomada y saqueada por L. Licinio Lúculo, en el 134 P. Cornelio Escipión trata de ganárse a los caucenses para que no socorran a Numancia, en el 74 a. C., de nuevo es destruida por C. Pompeyo Magno como castigo por haber apoyado a Q. Sertorio.

Poco a poco Cauca vaccea se irá transformando en
la ciudad romana del mismo nombre, de extensión similar, seguramente ya sin murallas, pero con casas más amplias, cubiertas con tejas, de paredes estucadas y pintadas sobre todo de rojo, amarillo y negro, pisos de ladrillo, en algunos casos de mosaico, tiendas a la calle, etc. De Cauca romana también sabemos dónde se situaban sus necrópolis (El Cantosal, El Tinto, Sta. Rosalía), dónde estaban algunos de sus edificios más sobresalientes, sobre qué territorio rural ejerció su influencia, la condición de municipium de la que gozó ya desde el siglo I d. C., etc., pero es mucho lo que aún desconocemos: su trama urbana, dónde estaría ubicado el foro y qué características arquitectónicas tendría, si contó con edificios para el ocio como toda ciudad romana, aunque hubieran sido de madera, qué composición social tendría, si disponía de alguna guarnición permanente, etc. Es en esta Cauca en la que, según los historiadores Hydacio y Zósimo, en el año 347 nacerá el emperador Teodosio I. No se han conservado datos escritos sobre su infancia y adolescencia en Cauca, pero sí muchos restos arqueológicos de su época, el más sobresaliente de los cuales es, sin duda, el complejo arquitectónico en el que muy probablemente, residió con su familia, localizado en el terrazgo de Las Pizarras, que desde el año 2001 está siendo excavado sistemáticamente. Mármoles traídos de las más importantes canteras de todo el Mediterráneo (Egipto, Siria, Anatolia, Frigia, Cilicia, Grecia, las Cícladas, Túnez, Italia, Portugal, etc.), ponen de relieve la extraordinaria suntuosidad que hubo de tener y la inmensa riqueza de sus propietarios.

Desde mediados del siglo V d. C. la ciudad romana va convirtiéndose en
Cauca visigoda, pero de ella aún se conocen pocos datos concretos: sabemos algo de los espacios habitacionales y las viviendas, de los cementerios y los tipos de enterramientos que practicaban, conocemos bastante bien la evolución de sus utensilios cerámicos y los alfares donde se fabricaban, pero poco más. No se sabe con seguridad si fue en el año 527 o en el 531 cuando Cauca pasa a formar parte del recién creado Obispado de Segovia, pero lo que es cierto es que desde estos momentos y hasta finales del siglo XI se extiende la etapa más desconocida de la historia de Coca. Tenemos algunos datos sueltos que, aun siendo valiosos, no dejan de ser insuficientes: sabemos que Coca no se deshabitó en ningún momento, siguió estando ocupada, aunque su tamaño debió de ser bastante pequeño; se siguió fabricando localmente la cerámica que necesitaban sus habitantes; parece que a comienzos del siglo X empezaron a llegar a ella cristianos del norte meseteño, con lo que su demografía aumentó; fue incluida en las campañas de conquista de Abd-al-Rahman III…En el año 1085 el ejército de Alfonso VI la incorpora definitivamente a los territorios cristianos, tras lo cual se reorganiza su territorio y se crea la Comunidad de Villa y Tierra de Coca para mejor administrarlo y explotarlo. No se sabe en qué año exacto se fundó ésta, pero en 1123 el papa Calixto II la cita como parte integrante de la diócesis de Segovia. A partir de estos momentos empezará a conformarse el perfil físico de la Coca que, con el deterioro provocado por el paso de los siglos, ha llegado hasta hoy: empiezan a construirse las murallas medievales y las iglesias de San Nicolás, Sta. María, San Juan, San Justo, quizá San Adrián, algunas de cuyas torres aún perviven. Del caserío de aquella época, sin embargo, nada se ha conservado.

La
Baja Edad Media se conoce mejor en Coca que en el territorio de su Comunidad, donde se tienen constatados cerca de treinta núcleos de población, no todos ellos coexistentes. Generalmente los datos de esta época hacen referencia a cuestiones políticas o militares relacionadas con reyes y nobles, pero poco sabemos sobre cómo vivían los caucenses el día a día, qué costumbres y tradiciones poseían, cuál era la composición social existente, etc. Poco después de 1439, año en el que Coca pasa a formar parte del señorío del Marqués de Santillana, sabemos que en la Villa y su Comunidad existían algo más de 800 vasallos, lo que nos da una idea aproximada del volumen poblacional con el que contaba. De 1451 a 1453 duraron las negociaciones entre la Casa de Santillana y la de Fonseca para ceder a esta última la villa de Coca y su Comunidad a cambio de la de Saldaña. Ratificado el acuerdo por parte de Juan II, inmediatamente comienza la construcción del castillo que habría de servir de residencia palaciega a los nuevos propietarios. En poco más de treinta años se terminó la obra gracias a la importante masa de obreros que en ella trabajaron, sobre todo castellanos y portugueses, además del personal local, pero todos a las órdenes de maestros mudéjares quizá traídos de Toledo. Para asegurar su alimentación Enrique IV concedió a Coca un mercado franco y para pagarles se llegó incluso a organizar, esta vez a espaldas del rey, una ceca ilegal en 1462 que acuñó enormes cantidades de blancas castellanas y reales portugueses.

Recién iniciada la Edad Moderna, durante la Guerra de las Comunidades, la población de Coca fue fiel a sus señores y con ello al rey, hostigando a varias poblaciones que se manifestaron en contra del mismo. Pasado este episodio, el siglo XVI fue para Coca una época de cierto progreso económico, aunque las relaciones de la Villa con los pueblos de su Comunidad comenzaron a ser cada vez más tirantes. La profunda crisis económica de los siglos XVII y XVIII agravó más aún esas relaciones y en 1773 se empiezan a desgajar varios de ellos, que modificarán incluso su nombre. Así, Fuente de Coca pasó a llamarse Fuente de Sta. Cruz, Santiuste de Coca pasará a Santiuste de San Juan Bautista, Nava de Coca trocará en Nava de la Asunción, etc.
Entrado
el siglo XIX, el primer hecho histórico destacable en Coca es la ocupación de la villa por el ejército de Napoleón el día dos de diciembre de 1808, lo que provocó la huída de muchos caucenses hacia los bosques, la muerte de unos pocos y la destrucción de gran parte del archivo municipal de la villa. Tomada la población, sólo quedó una pequeña guarnición de unos veinticinco soldados en el recinto del semidestruido castillo hasta que en 1812 lo abandonan definitivamente. Durante los años siguientes, sobre todo desde 1820, Coca oscilará, según qué circunstancias políticas, entre el constitucionalismo y el realismo, y en 1837 una Real Orden declara extinguida la Comunidad de Villa y Tierra de Coca, algo que fue transitorio puesto que en 1876 fue de nuevo restaurada y pervive en la actualidad como una auténtica reliquia secular que es objeto de admiración por parte de muchos historiadores del derecho, antropólogos, sociólogos, geógrafos, etc.

Para
Descubre Coca, texto de Juan Francisco Blanco García
Universidad Autónoma de Madrid

Para ampliar conocimientos, véanse:
Blanco García, J. F., 2002: “Coca. Cauca”, en T. Mañanes (dir.) Arqueología del Área Central de la Cuenca del Río Duero. De Simancas a Coca, pp. 127-173. Valladolid.
Rodríguez Martínez, Felipe., 1998: Historia de Coca (Estudios y Documentos). Guadalajara.