Segovia Ayer
«Segovia Ayer» es la elección plástica del instante preciso, que se nos antoja recuperación de la memoria perdida. La angustia que puede producirnos el paso del tiempo se relaja en la contemplación de estas postales. La interpretación, en forma de recordatorio, de lo estable,
rodeado de las pequeñas cosas cambiantes y cotidianas de entonces, nos hacen añorar situaciones aparentemente arcádicas. Es el envidiable afán de coleccionar lo irrecuperable para que el hombre sea siempre consciente de lo que debe perdurar. El autor de esta selección de 40 tarjetas es consciente de ello.
En ella se nota esa admiración por lo que ya no se podrá ver jamás en la realidad. La espadaña de la iglesia de San Francisco apuntando al fondo en esa postal del Acueducto, el callejón de Cascos... son claros ejemplos de lo que decimos. El valor documental, etnográfico (esos campesinos de Cantalejo o Turégano ...) e incluso sentimental es innegable. Los urbanistas tienen en estas postales una base de reflexión ineludible. Las barbaridades cometidas se nos hacen más patentes después de echar un vistazo a la colección.
El recuerdo de nuestras raíces (romerías, trajes, fuentes, plazas, actividades...) nos apartarán de [atentación de renegar de ellas. No para vivir del pasado, sino para no destruir lo que todavía tenemos, lo que mañana será pasado, lo presente. Estas postales no son souvenirs. Son retratos, descripción física y psicosociológica del urbanismo y de la vida cotidiana que abarca desde el último tercio del siglo XIX hasta 1930. Son retazos de vida y de piedra de Segovia, La Granja, Turégano, Sepúlveda, Cantalejo, Riaza, San Rafael, El Espinar, Coca, Pedraza, El Henar . . .
Esta publicación y la exposición complementaria de grabados, postales y fotografías se deben a la búsqueda, de lo que permanece a través del tiempo, de Juan Francisco Sáez Pajares. Las más de mil postales, fotografías y grabados (estos de los siglos XVIII y XIX) son fruto de innumerables visitas a convenciones, anticuarios y comerciantes de toda España iniciadas años atrás. Los caminos que ha tenido que recorrer eran caminos-fuente que necesariamente desembocaban en ríos-padre de Segovia: Eresma, Cega, Pirón, Aguisejo... El mar donde se remansan estos ríos constituye el ejemplar que ahora ve la luz pública y que el lector sin duda, degustará.
Segovia, Diciembre de 1989 Uldarico de Frutos
rodeado de las pequeñas cosas cambiantes y cotidianas de entonces, nos hacen añorar situaciones aparentemente arcádicas. Es el envidiable afán de coleccionar lo irrecuperable para que el hombre sea siempre consciente de lo que debe perdurar. El autor de esta selección de 40 tarjetas es consciente de ello.
En ella se nota esa admiración por lo que ya no se podrá ver jamás en la realidad. La espadaña de la iglesia de San Francisco apuntando al fondo en esa postal del Acueducto, el callejón de Cascos... son claros ejemplos de lo que decimos. El valor documental, etnográfico (esos campesinos de Cantalejo o Turégano ...) e incluso sentimental es innegable. Los urbanistas tienen en estas postales una base de reflexión ineludible. Las barbaridades cometidas se nos hacen más patentes después de echar un vistazo a la colección.
El recuerdo de nuestras raíces (romerías, trajes, fuentes, plazas, actividades...) nos apartarán de [atentación de renegar de ellas. No para vivir del pasado, sino para no destruir lo que todavía tenemos, lo que mañana será pasado, lo presente. Estas postales no son souvenirs. Son retratos, descripción física y psicosociológica del urbanismo y de la vida cotidiana que abarca desde el último tercio del siglo XIX hasta 1930. Son retazos de vida y de piedra de Segovia, La Granja, Turégano, Sepúlveda, Cantalejo, Riaza, San Rafael, El Espinar, Coca, Pedraza, El Henar . . .
Esta publicación y la exposición complementaria de grabados, postales y fotografías se deben a la búsqueda, de lo que permanece a través del tiempo, de Juan Francisco Sáez Pajares. Las más de mil postales, fotografías y grabados (estos de los siglos XVIII y XIX) son fruto de innumerables visitas a convenciones, anticuarios y comerciantes de toda España iniciadas años atrás. Los caminos que ha tenido que recorrer eran caminos-fuente que necesariamente desembocaban en ríos-padre de Segovia: Eresma, Cega, Pirón, Aguisejo... El mar donde se remansan estos ríos constituye el ejemplar que ahora ve la luz pública y que el lector sin duda, degustará.
Segovia, Diciembre de 1989 Uldarico de Frutos