El circuito amurallado de Coca ( III )

Vistas las defensas naturales y artificiales ajenas a las murallas propiamente dichas, conviene ahora que nos centremos en éstas. Y lo primero que hay que poner en claro es si, en términos generales, podemos calificarlas como una construcción homogénea o no desde el punto de vista de su técnica constructiva. Si aplicamos el concepto de USM (Unitá Stratigrafica Muraría), es evidente que en absoluto podemos decir que sea homogénea (Parenti, R. 1983), pues en ella se mezclan las pizarras y cuarcitas irregulares, sillares de granito, arenisca y caliza, ladrillos, restos reutilizados celtibéricos y romanos, etc. Sin embargo, en determinadas partes la homogeneidad de materiales y técnicas es muy alta.

Básicamente, son las lajas de pizarras y cuarcitas unidas con mortero de cal y arena los materiales más empleados en todo el sector sureste, el mejor conservado. Por esto, allí donde el revoco se ha perdido, la coloración de la muralla vista desde cierta distancia es negruzca.
En el resto de los sectores se usó fundamentalmente el canto rodado, de 10/15 cm. de longitud media, aglutinado con cal y arena, siendo la anchura del muro en ellos menor. Incluso en la cara externa de algún lienzo, los cantos rodados se disponen en «espina de pez», fuertemente sujetos por el mortero al informe núcleo del lienzo.



Las canteras de aprovisionamiento de pizarras y cuarcitas más próximas se encuentran a 18/20 km. de Coca: afloramientos paleozoicos de Sta. María la Real de Nieva y Bernardos. Más lejos se hallan los lugares de obtención de cal.

La grava es otro material incluido en el mortero que no hay que olvidar. Trabajo de cantero apenas hubo de utilizarse en la construcción, pues la textura de las pizarras y cuarcitas da los ángulos necesitados, y los escasos sillares embutidos deben de provenir de construcciones anteriores. Sabido es que era una preocupación constante de los constructores medievales el aprovisionamiento regular de materiales y mano de obra (Bougard, E; Hubert, E.; et Noyé, G., 1987: 736).
El ladrillo es utilizado para decorar la parte exterior de la Puerta de la Villa al dibujar sobre el vano una serie de arcos abocinados, enmarcados por un alfiz. Es fácil también encontrar en el muro fragmentos de cerámica celtibérica y romana, tegulae, trozos de fustes, etc. Cubriendo muchas zonas, aún se conserva parte del revoco de cal y arena, sobre todo en las fachadas externas, y en muchos puntos quedan indicios de haber estado pintado de rojo.

El sistema de construcción es mediante cajas de dimensiones variables, desde 2,60 x 1,30 m. las menores, hasta 3,50 x 1,40 m. las más grandes, pudiéndose observar esto mejor en la fachada interna de los lienzos próximos a la Puerta de la Villa. La falta de estudios sobre estructuras de muros medievales en el Valle del Duero impide comprobar si en esta zona se produjo a partir del siglo XII el mismo progreso en los materiales y en las técnicas constructivas que se observa en el resto de la Europa occidental (Chapelot. J. et Fossier. R.. 1985: 326-328; Andrews, D., 1988: 316). En Coca, este hecho no se puede observar porque también desconocemos estructuras de muros altomedievales.





La altura media de los lienzos mejor conservados es de diez metros, siendo tanto en su cara interna como en la externa paredes a plomo, más fáciles de dañar por los zapadores. Esto es algo que criticaron los teóricos de la arquitectura militar del siglo XVI: «por la parte de adentro ha de yr la muralla a plomo, y por defuera, á efcarpa...» (De Rojas, C.: 1598: 69). La longitud de cada lienzo varía, como distinto es también el número de almenas que los rematan. De las cuatro torres hoy conservadas -y las huellas de una quinta a oriente de la Puerta de la Villa-, una es poligonal y de sillares casi toda; dos son de planta cuadrada y la cuarta es semicircular. No está nada claro si, como algunos autores pretenden, las torres semicirculares son usadas preferentemente por los cristianos y las cuadradas, rectangulares o poligonales son más propias de las fortificaciones islámicas, aunque en Coca es evidente la mezcla de ambos elementos.


Juan Francisco Blanco García, Universidad Autónoma de Madrid.