Un caucense ilustre: Cándido López Sanz
A continuación os reproduzco la entrevista íntegra que le hizo el Adelantado, y que fue publicada el sábado 8 de enero de 1977.
Cándido, "Mesonero Mayor de Castilla "; maestro asador; mayor, fe edad, fe experiencia y de conocimientos. Universal. Natural de Coca.
— ¿Cuándo nació Cándido López Sanz?
—El día primero de octubre de 1903.
— ¿A qué edad se vino a Segovia?
— A los dos años.
— ¿Qué recuerda Cándido de su antigua Coca natal?
—Muchos recuerdos entrañables de la juventud. Aquellas fiestas de la Cruz de Mayo tan sencilla, donde todos éramos amigos. Sus partidos de pelota; los cantos de la rosquilla; los bailes del casino y de la panera; las veladas de la plaza, amenizadas por la banda municipal que dirigía el inolvidable maestro Marín. Recuerdo la sencilla procesión de la Cruz de Mayo, con sus callados rezos en contraste con el estallido dé los cohetes y el estruendo viril del paloteo, los mozos en mangas de camisa bailando al son de la dulzaina y del tamboril. Olía a pólvora, a tomillo, cera y madalenas. Los chiquillos llegaban, precedidos de la Guardia Civil, del encierro de las vaquillas. Los toreros se vestían en la posada del pueblo. De las tahonas salía el tufillo de los asados. Por la tarde, las alamedas brindaban la sombra de sus olmos y el frescor de las fuentes, de esas fuentes de las alamedas y de los cinco caños. A la caída de la tarde, las mozas acarreaban agua a sus hogares en sus carretillas, cruzándose con los hombres, curtidos que regresaban del pinar en sus borriquillas, con sus cestas cargadas de serojas y cándalos, junto a la botijilla —ya vacía— rendida la dura jornada, cuando ya iluminadas las esferas del reloj de la torre de Santa María la Mayor, ese reloj cantado por tantas generaciones:
Cuatro cosas tiene Coca que no tiene Navas de Oro (Espero que no se enfaden al leer esto). Un reloj con cuatro esferas y una que la zumba el bolo. ¡Qué hermoso era todo! La cigüeña en la torre, la cruz en el camino de la puerta de la villa (frente a la tabernita del Arco, donde naciera mi madre). Cuántos recuerdos...
— ¿Cómo es Coca para Cándido?
—Para mí, Coca es mi pueblo, mi villa natal; por tanto, la tierra más querida —me emociona ver cómo ha prosperado —en todos los órdenes— de la que me siento orgulloso por haber nacido allí.
— ¿Qué le debe Coca a Cándido?
—No me debe nada. Me ha dado su cariño, todo su amor. Me hicieron un homenaje en el que participó todo el pueblo junto con su alcalde y corporación, haciéndome hijo predilecto e imponiéndome la medalla de la villa.
— ¿Y Cándido a Coca?
—Gratitud a tanto cariño por parte de mis paisanos.
—Personajes caucenses hubo que alcanzaron renombre histórico. ¿Se considera uno de ellos?
—En la antigüedad, la figura señera en la historia «le Coca fue Teodosio El Grande, emperador de Roma. Más tarde, los Fonseca, que han dejado vestigios históricos, y a últimos del siglo pasado la familia Ruiz, creadora de varias fundaciones, ligando así su nombre a la histórica villa.
En los tiempos actuales, todos los caucenses son protagonistas de estos momentos que vivimos, pues el espíritu es tal que existe en el ánimo de todos una superación constante, de la que es muestra el civismo y nivel de ciudadanía alcanzados en un pueblo de esta condición, estando a la cabeza de todos un alcalde que todos conocemos y que por su excesiva sencillez y modestia silencio su nombre. Yo me considero uno más de los hijos de Coca, que salimos de ella guardando un gran respeto y amor y sintiéndome orgulloso de haber nacido allí.
—¿Cuántas veces al año visita su pueblo natal?
—Voy en varias ocasiones por las fiestas de la Cruz y de las de agosto. No me pierdo la corrida de toros de la fiesta. Me traslado allí para acompañar en las alegrías y en los duelos de algunas familias.
— ¿Qué le falta a Coca?
—Nadie mejor que su alcalde para saberlo; con su juventud y entrega total al servicio de la villa viene demostrando los grandes problemas, que sin duda y con el tiempo, se irán resolviendo.
— ¿No ha pensado nunca en abandonar el negocio y retirarse a vivir sus últimos días en Coca?
—Sí; esto lo he pensado mucho y me haría gran ilusión, pero el mesón y yo estamos vinculados tan profundamente que ello no es posible. Lo que sí quisiera ver conseguido es una casona con una gran chimenea de campana, de leña, con una enorme llama, cándalos, piñotes y serojas, con un gran portalón para poder reunir allí a los amigos a comer un cocido, aunque no fuese más que una sola vez al mes. Recordaríamos nuestros tiempos y nuestras andanzas y recogeríamos tantos recuerdos de una dilatada vida dedicada a la profesión y de tantos viajes. Allí quedaría como un pequeño museo de recuerdos dedicado a mi villa natal.
— ¿Cuántos agasajos ha recibido de Coca y de los caucenses?
—Recibí la medalla de la villa. Me han dedicado una de las principales calles. Me hicieron hijo predilecto. Pero por encima de todo, está el calor, el cariño y la amistad que vengo recibiendo de mis paisanos.
— ¿Desea mandar un saludo especial para sus paisanos?
—Ya saben mis paisanos que aquí, bajo estas milenarias piedras del Acueducto, tengo los brazos abiertos siempre.
Raro es el día que no tengo la gran satisfacción de saludar a un caucense. Siempre estaré con mi pueblo y para mi pueblo.
— ¿Cuándo nació Cándido López Sanz?
—El día primero de octubre de 1903.
— ¿A qué edad se vino a Segovia?
— A los dos años.
— ¿Qué recuerda Cándido de su antigua Coca natal?
—Muchos recuerdos entrañables de la juventud. Aquellas fiestas de la Cruz de Mayo tan sencilla, donde todos éramos amigos. Sus partidos de pelota; los cantos de la rosquilla; los bailes del casino y de la panera; las veladas de la plaza, amenizadas por la banda municipal que dirigía el inolvidable maestro Marín. Recuerdo la sencilla procesión de la Cruz de Mayo, con sus callados rezos en contraste con el estallido dé los cohetes y el estruendo viril del paloteo, los mozos en mangas de camisa bailando al son de la dulzaina y del tamboril. Olía a pólvora, a tomillo, cera y madalenas. Los chiquillos llegaban, precedidos de la Guardia Civil, del encierro de las vaquillas. Los toreros se vestían en la posada del pueblo. De las tahonas salía el tufillo de los asados. Por la tarde, las alamedas brindaban la sombra de sus olmos y el frescor de las fuentes, de esas fuentes de las alamedas y de los cinco caños. A la caída de la tarde, las mozas acarreaban agua a sus hogares en sus carretillas, cruzándose con los hombres, curtidos que regresaban del pinar en sus borriquillas, con sus cestas cargadas de serojas y cándalos, junto a la botijilla —ya vacía— rendida la dura jornada, cuando ya iluminadas las esferas del reloj de la torre de Santa María la Mayor, ese reloj cantado por tantas generaciones:
Cuatro cosas tiene Coca que no tiene Navas de Oro (Espero que no se enfaden al leer esto). Un reloj con cuatro esferas y una que la zumba el bolo. ¡Qué hermoso era todo! La cigüeña en la torre, la cruz en el camino de la puerta de la villa (frente a la tabernita del Arco, donde naciera mi madre). Cuántos recuerdos...
— ¿Cómo es Coca para Cándido?
—Para mí, Coca es mi pueblo, mi villa natal; por tanto, la tierra más querida —me emociona ver cómo ha prosperado —en todos los órdenes— de la que me siento orgulloso por haber nacido allí.
— ¿Qué le debe Coca a Cándido?
—No me debe nada. Me ha dado su cariño, todo su amor. Me hicieron un homenaje en el que participó todo el pueblo junto con su alcalde y corporación, haciéndome hijo predilecto e imponiéndome la medalla de la villa.
— ¿Y Cándido a Coca?
—Gratitud a tanto cariño por parte de mis paisanos.
—Personajes caucenses hubo que alcanzaron renombre histórico. ¿Se considera uno de ellos?
—En la antigüedad, la figura señera en la historia «le Coca fue Teodosio El Grande, emperador de Roma. Más tarde, los Fonseca, que han dejado vestigios históricos, y a últimos del siglo pasado la familia Ruiz, creadora de varias fundaciones, ligando así su nombre a la histórica villa.
En los tiempos actuales, todos los caucenses son protagonistas de estos momentos que vivimos, pues el espíritu es tal que existe en el ánimo de todos una superación constante, de la que es muestra el civismo y nivel de ciudadanía alcanzados en un pueblo de esta condición, estando a la cabeza de todos un alcalde que todos conocemos y que por su excesiva sencillez y modestia silencio su nombre. Yo me considero uno más de los hijos de Coca, que salimos de ella guardando un gran respeto y amor y sintiéndome orgulloso de haber nacido allí.
—¿Cuántas veces al año visita su pueblo natal?
—Voy en varias ocasiones por las fiestas de la Cruz y de las de agosto. No me pierdo la corrida de toros de la fiesta. Me traslado allí para acompañar en las alegrías y en los duelos de algunas familias.
— ¿Qué le falta a Coca?
—Nadie mejor que su alcalde para saberlo; con su juventud y entrega total al servicio de la villa viene demostrando los grandes problemas, que sin duda y con el tiempo, se irán resolviendo.
— ¿No ha pensado nunca en abandonar el negocio y retirarse a vivir sus últimos días en Coca?
—Sí; esto lo he pensado mucho y me haría gran ilusión, pero el mesón y yo estamos vinculados tan profundamente que ello no es posible. Lo que sí quisiera ver conseguido es una casona con una gran chimenea de campana, de leña, con una enorme llama, cándalos, piñotes y serojas, con un gran portalón para poder reunir allí a los amigos a comer un cocido, aunque no fuese más que una sola vez al mes. Recordaríamos nuestros tiempos y nuestras andanzas y recogeríamos tantos recuerdos de una dilatada vida dedicada a la profesión y de tantos viajes. Allí quedaría como un pequeño museo de recuerdos dedicado a mi villa natal.
— ¿Cuántos agasajos ha recibido de Coca y de los caucenses?
—Recibí la medalla de la villa. Me han dedicado una de las principales calles. Me hicieron hijo predilecto. Pero por encima de todo, está el calor, el cariño y la amistad que vengo recibiendo de mis paisanos.
— ¿Desea mandar un saludo especial para sus paisanos?
—Ya saben mis paisanos que aquí, bajo estas milenarias piedras del Acueducto, tengo los brazos abiertos siempre.
Raro es el día que no tengo la gran satisfacción de saludar a un caucense. Siempre estaré con mi pueblo y para mi pueblo.