Aguilafuente, la Villa del Sínodo
En esta ocasión la excursión por lo que venimos llamando “Alrededores”, ha sido partiendo de Coca en dirección Navas de Oro, y tras dejar atrás Navalmanzano y Fuentepelayo, nos ha llevado a un pueblo ubicado dentro de la comarca que conocemos como “Tierra de Pinares”.
Es Aguilafuente, una localidad situada a unos 37 km. de nuestro pueblo, y cuya historia se remonta, al menos, al tiempo de los romanos, según demuestran los restos de una villa romana del siglo II. Sin embargo, el acontecimiento que marca de forma indudable su historia es la celebración en su iglesia de Santa Maria en el año 1472 y durante el reinado de Enrique IV, del sínodo de Obispos promovido por Arias Dávila, a la sazón Obispo de Segovia, para reformar el clero de la diócesis.
La recopilación de los documentos de éste sínodo, dio lugar al primer libro impreso en lengua castellana a cargo del impresor Juan Párix, y que fue conocido como Sinodal de Aguilafuente, y cuyo único ejemplar se conserva en la Catedral de Segovia.
A partir del año 2003 en que se realizó la presentación de la primera edición facsímil del Sinodal, todos los años en el primer fin de semana de agosto, se conmemora en esta Villa segoviana aquel acontecimiento tan importante mediante actividades culturales de todo tipo, entre las que destaca la teatralización del Sínodo, a cargo de actores y con la colaboración del pueblo, tanto en la iglesia de Santa Maria, donde tuvo lugar, como por las calles de la Villa... Esta conmemoración se complementa con exposiciones, mercados medievales etc.
La iglesia parroquial de Santa María, es una bonita construcción que, comenzada en el siglo XII, continuó en el XIII, y donde concurren diferentes estilos arquitectónicos: el románico manifestado en su ábside de ladrillo, el románico de piedra en su torre, y el gótico tardío en sus portadas.
Visitamos después la iglesia de San Juan que, comenzada a levantar a finales del siglo XI en románico de piedra y ladrillo, tuvo ampliaciones a finales del siglo XV, tiene una hermosa y recia torre que me recordó en algo a la de San Juan de los Caballeros de la capital segoviana. Es esta iglesia la sede del Aula Arqueológica y Centro de Interpretación de Aguilafuente.
En ella se conservan todos los restos de la villa romana de Santa Lucia, así como algunos objetos hallados de una necrópolis visigoda. La visita nos lleva a descubrir como era la decoración de la villa a través de variados mosaicos, así como los sistemas de vida de los habitantes mediante un ingenioso procedimiento de exhibición de ropajes, utensilios y estancias decoradas a la manera romana. Resulta destacable la amabilidad y amenidad del guía.
El interior del Aula resulta aún más atrayente si tenemos en cuenta que los arcos y algunas de las cúpulas son los originales de la iglesia, ya que, aunque en 1958 sufrió un grave deterioro en su techumbre debido a la caída de un rayo, la zona donde está ubicada el Aula se conservó en muy buen estado.
Más tarde pudimos acceder al museo de Florentino Trapero, escultor, imaginero y restaurador nacido en Aguilafuente en 1893, donde se conservan las réplicas de su abundantísima e interesante obra. El original de una de sus piezas más representativas y bellas, “El Adán arrepentido”, fue donada por su familia a la Villa y se encuentra instalada en el entorno de la iglesia de Santa Maria.
Paseando por las calles del pueblo nos encontramos con una hermosa casa señorial del siglo XVI, llamada Casa de los Pérez de la Torre, donde tiene lugar una de las más representativas escenificaciones del Sínodo: el diálogo entre el obispo Arias Dávila y el impresor Juan Párix, en lo que figura ser el despacho del Obispo. Cuenta con escudo de armas y una hermosa balconada. En la llamada Plaza de la Fuente existe una curiosa edificación de principios del siglo XX, y que destaca por su rareza en estas tierras: se trata de la llamada Casa de las Conchas, cuya fachada está decorada en su totalidad con conchas de vieira. Un toque marinero un tanto exótico en tierras de Castilla
Como siempre en estas excursiones, al final buscamos un espacio natural que pusiera un bonito broche a la jornada, y nos encaminamos a una zona donde el río y los pinares tenían la hermosa conjunción a que estamos acostumbrados en esta nuestra Tierra de Pinares.
Camino del lugar donde los amables vecinos del pueblo nos habían enviado, pasamos por la Ermita del santo Cristo de la Peña, edificio construido en la segunda mitad del siglo XVI y de estilo herreriano que, al parecer, alberga en su interior la imagen del Cristo del mismo nombre, talla policromada de gran belleza, extremo que no pudimos comprobar por estar la ermita cerrada.
Por fin nos encontramos con un hermoso lugar donde el Cega propiciaba bonitas riberas de abundante vegetación. El río transcurre, a ratos sosegado, y a ratos saltando en pequeñas presas, dando lugar a rincones de gran encanto.
Otra grata jornada visitando lugares que, a pesar de su cercanía, a veces desconocemos.
Maribel Egido