El circuito amurallado de Coca, y ( IV )
Respecto a las puertas del recinto, no sabemos exactamente cuántas tuvo, pero la documentación escrita habla de puertas principales (tal vez sólo tres) y puertas secundarias: «... ni entre ni salga si no fuere por las puertas principales de esta Villa...» (EOVTC, punto 163). De aquéllas hoy sólo se conserva en pie la de la Villa, también llamada de Segovia (EOVTC, punto 15). Es un cubo que, contra lo habitual, no tiene el acceso entre dos torres, sino que su cuerpo avanza hacia el exterior. Es de dos batientes y la sala que hay sobre ella fue utilizada como cárcel del concejo. Era práctica común en Castilla usar torres o puertas de murallas para estos menesteres (Carie, M. C., 1985: 44). De las otras dos puertas principales desconocemos su exacta ubicación, pero teniendo en cuenta que los accesos a Coca son desde el sur (Puerta de la Villa) el oeste, con dirección hacia Olmedo, y el norte, con dirección a Cuéllar y Valladolid, es lógico pensar que una puerta se abriría en las cercanías de la iglesia de San Juan y la norte muy próxima a la de San Adrián. Esta idea viene también corroborada por el hecho de que en el urbanismo medieval es frecuente que las principales calles comuniquen unas puertas con otras, atravesando la aglomeración (Gautier Dalche, J., 1979: 309): la calle de Canongía comunicaría la Puerta de la Villa con la de San Juan, y la calle Real uniría aquélla con la puerta norte, próxima a San Adrián. De las puertas secundarias nada podemos decir, y más que puertas serían «gateras», creemos, de acceso a las riberas y vegas.
Parece muy probable el hecho de que la autoridad constructora en Coca fuera el concejo, utilizando como recursos los impuestos y las prestaciones de mano de obra de sus habitantes y los de las aldeas próximas. También es muy posible que, al igual que en Burgos y otras muchas ciudades, en la construcción tomaran parte maestros y albañiles mudejares (Torres Balbás. L.. 1954 a: 198; y del mismo 1954 b: 23 y ss.). Así nos lo manifestó también vérbalmente Edward Cooper, quien ha detectado en Coca un importante núcleo de mudejares y de judíos. Mudejar es la Puerta de la Villa y las torres de San Nicolás y Sta. María (ésta en su base sólo), contemporáneas de la muralla. A juzgar por las técnicas constructivas de la cerca de Coca, las obras se desarrollarían, sobre todo, en la primavera y el otoño, pues para los trabajos hechos con cal era la mejor época: «...fe huyra el fabricar en tiempo de mucho calor, y de mucho frió, aprovechando/e de los tiempos frefcos de la Primavera y Otoño», como dice un texto ya tardío pero fruto de experiencias seculares (De Rojas, C., 1598: 90).
Respecto a la cronología, no existe un solo dato objetivo y categórico que permita saber el año en el que los trabajos dieron comienzo. Por esta razón, habría que suponer a las de Coca una cronología inicial a fines del XII o principios del XIII, como se ve en toda la Extremadura castellano-leonesa. Al sur del Duero existen abundantes lugares que se fortifican, o bien construyen torres aisladas, en la segunda mitad del XII por su situación fronteriza (Mañanes, T. y Valbuena, E, 1977). Monetariamente, esos años que van de 1158 a 1252 en Coca son de escasez de numerario pero de progreso económico (Blanco García, J. F, 1986 b) y expansión del territorio de su Comunidad, que contará ahora con más de una docena de aldeas.
No se puede estudiar un recinto urbano medieval sin tocar, al menos superficialmente, el tema de su relación con el territorio que le circunda y al que influye. A pesar de que, en líneas generales, Coca organizaba la vida jurídica, económica y militar de su alfoz, como todas las Comunidades de Villa y Tierra (Gautier Dalche, J., 1988: 204) no existen unas líneas claras que nos opongan la vida urbana caucense a la rural de su territorio. No existen contraposiciones, sino tal vez sólo diferencias leves. Los documentos nos muestran que la vida cotidiana de Coca estaba muy ruralizada. Esto no tiene nada de extraño en esta zona geográfica y es más bien la norma de las ciudades" y villas meseteñas (Carie, M. C., 1985: 30; y Villar García, L. M., 1986: 155).
Pronto debió comenzar el deterioro del circuito amurallado, pues ya las Ordenanzas de 1583 establecen «...que ninguno sea osado de sacar arena, tierra o piedra, ni tomarlo de la cerca de esta Villa...» (EOVTC, punto 9). De 1785 a 1911 se produjeron la mayor parte de los derrumbes de lienzos y derribos voluntarios. En la primera fecha, y para librar a Coca de la peste se determinó que «El último medio. Señor, para salud pública de esta Villa. sería el derribar el lienzo de murallas en latitud de 360 pies de Rey. Poco más o menos, en esta forma: los 250 á la parte del castillo, v 110 al lado opuesto, quedando lo poco que resta para resguardo de la Panera principal del Excelentísimo Señor Duque de Veraguas, Señor de esta Villa...» (MRSESAP. 1785: 250). 1804. 1866. 1877 y 1911 son las fechas más sobresalientes en las que sufre merma el circuito. Sus materiales fueron reutilizados en edificios actuales.
Nunca el caserío de Coca llegó a rebasar la línea de las murallas, por lo que no se construyeron ampliaciones para albergar los nuevos barrios. Ello quiere decir que el crecimiento demográfico y urbano de Coca, en sus Edades Media y Moderna, fue muy lento y sostenido, a veces incluso hubo regresión.
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ABREVIATURAS
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BSAA: Boletín de Arte y Arqueología de Valladolid.
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MRSESAP: Memorias de la Real Sociedad Económica Segoviana de Ami¬gos del País (1785).
Juan Francisco Blanco García, Universidad Autónoma de Madrid.